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A R R O J O (2020)

"Es imposible una libertad para la muerte si ésta queda encerrada en la propia vida"

Byung-Chul Han

dibuja

Luz que atraviesa, que abarca, que exagera. Sol que ilumina, que narra, que cultiva. Sombra que posa, que baila, que despeja. Forma que brota, que entrega, que indica.
“¡Alto ahí! Y cédeme calma.
Voltéate y sígueme, y no dejes ni estela.
Brota y no ceses, que aún la noche no empieza.
Déjame y brilla, no mandes, no canses”.
Luz que penetra, que cambia, que llega. Sol que alcanza, que crece, que nada. Sombra que deja, que marca, que huye. Forma que nace, que ruge, que irrumpe.

“Alto ahí! Ahora imploro que padezcas”, claro que qué difícil petición. Pues en caída llegamos y en caída seguimos…

recorre

Un espacio, mejor dicho, un lugar. Que con puerta abierta observa, observa el pasto, su sudor, su sequía; las montañas a lo lejos que narran, que suspiran, que hilan nebulosas blancas. “¿Por qué tan repetitivo ese color?”, me pregunto agobiada. La casita que observaba reúne su mirada, el pasto y no solo en su sudor, sino en mi cuerpo, que valsa, descalza, acostada y vibrando… “¿Porqué no entras mi niña? Si la puerta abierta está…”. Las sombras que de luz surgen en objetos olvidados y nuestra imaginación aparta. Pues el pasto raspa, mi vestido blanco, y con eso, piel quebrada, carrasposa. “¡Di algo! No te quedes tan quieta, muéveme en  palabras, no me dejes apartada en silencio”. El viento surge, de montañas baja, con hambriento abrigo y suculento sueño. “Entra, entra, puerta abierta, socorro alivio”, tan lejos, me susurra al oído. Pequeña casa y abundante tierra, que mis pies no alcanzan con tierno salto, ni espesa lluvia, ni las montañas, ni sus heridas, caben en tu imagen con fuerte agarre, “No insistas”.

encierra

Cancerígeno. Claustrofóbico. Carcelario. Cegador. Todas y cada una de esas cuatro palabras, pesan. El estado encerrado en el contenedor de un cuerpo, de la palabra. De lo que palabra juró y conjuró. Siendo la más mínima de las justicias.

 

Siento su pesadez, no alivian, angustian. Más para él que para mí. Más para mí que para él.

define

El blanco, pero, por ser blanco no es luz. Sino baldosa y la tal limpieza, ímpetu, mórbida. Todo blanco no es pureza, es angustia. No puedo vivir más así. Así, en ese silencio angustioso en el que todos ahogamos, en esa agua que todos tomamos como síntoma, para decir, demostrar, mejor dicho, que estamos bien. Pero si estuviéramos bien, no nadaríamos aturdidos por el encanto de la vida, de ese sentimiento omnipresente. Todos sabemos lo que va a pasar, no el cuándo, pero sí el qué. Eso nunca ha sido un problema, sin embargo, ahora, que es solo cuestión de horas, para que su llegada anuncie, caemos, lloramos, rogamos inclinados.

permite

Ésta es la carta que no te leí, que nunca te escribí; pero que, con esa última mirada, anticipaste, para bien y para mal. Y 662 días para darme cuenta que tú, tú enfermaste. 663. Yo enfermé contigo, al pensar, al hacer creer que todo estaba bien. Pues bien no estaba, bien, no está.

 

Dolor y desencanto, angustia, mucho blanco hospital. Mucho blanco enfermera. Mucho blanco perdido. Pero ¿cómo decirlo?... Se irían todas nuestras esperanzas. ¿Cómo decirlo?, tanto que duele. ¿Cómo decirlo?, no habría palabras para una voz quebrada. Voz se va, y esa voz no alcanza a decir, lo que la mente no alcanza a imaginar.

procede

© Daniela Ibáñez Mosquera, 2020. Bogotá, Colombia

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